Con el Tratado de Ancón, Chile retuvo la provincia de Tarata
por un tiempo, hasta que el presidente Coolidge en 1926 reclamó los derechos
del Perú ante esta provincia, y volvió a ser parte del Perú. Pero las
provincias de Tacna y Arica se quedaron bajo la soberanía de Chile. Poco
después, Perú sostuvo conversaciones con Ecuador para revivir cesiones
territoriales a sus acreedores. La solución la dio el rey de España como
árbitro, llegando a firmar el Tratado de García-Herrera, por el cual el Perú
reconoció al Ecuador algunas partes del río Napo y salida directa al Amazonas.
En cuanto a Chile y Perú, se acercaba el plazo del plebiscito, y se notaba la
intención de Chile de no devolver tales provincias. Entonces este le hizo
ofertas al Perú para que este reconociera estas provincias chilenas, pero el
Perú se negó. Llegaron a la oferta de 20 millones de pesos, pero, llegado el
plazo del plebiscito, Chile lo evadió. De ahí, ya acabando el siglo en 1895,
Bolivia y Chile habían firmado un tratado de tregua, y después volvió al Perú
por el tema del plebiscito. Teniendo el Perú conflictos bélicos con Argentina,
Chile nombró a la Corona Española árbitro cuando Chile logró acuerdos con
Argentina, y una vez más el plebiscito quedó sin darse.
Con lo visto anteriormente, podemos decir Chile hizo todo lo posible para quedarse con
estas provincias. Aprovechó la crisis que estaba pasando el Perú para seguir
posponiendo el plebiscito entre ellos. Chile abusó del Perú, hizo tregua con
Bolivia y firmo un tratado con Argentina el cual estaba en conflicto con el
Perú y todo esto para quedarse con Tacna y Arica. Si Chile hubiese respetado el
Tratado de Ancón como el Perú lo hizo, no hubiéramos esperado tanto tiempo para
recuperar tales provincias y, posiblemente, ya que estas eran fuentes de
salitre, hubiéramos salido de la crisis más rápido y sin hacer tantos
sacrificios.
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