Antes del comienzo de la República
Aristocrática, en el año 1894, la economía comenzaba a sufrir muchos cambios
debido a la reelección de Cáceres a la presidencia, el cual incitó a una
coalición opositora para derrocar a Cáceres. Esta revolución ocasionó graves
trastornos económicos; se implementó una nueva creación de impuestos, aumentó la
tarifa de existentes y se interrumpió el tráfico marítimo, cerrando puertos y
algunos ferrocarriles dejaron de funcionar. Con estas consecuencias, los
empleados públicos también fueron afectados, dejándolos sin sueldos; obligando
al gobierno exigir a las Juntas Departamentales y los Consejos provinciales un
suministro de fondos para controlar el orden público.
A partir del año 1895, se inicia
una reorganización del Estado, recuperando las atribuciones de las que se había
desprendido en el periodo de la crisis económica de la posguerra,
otorgándoselas a las Juntas Departamentales. Pero una ley promovida en el año
1897, reguló el funcionamiento de las Juntas consolidando una burguesía
agroexportadora. En el año 1896, se creó la Compañía Recaudadora de impuestos,
una asociación entre el Estado y el capital privado. Esta compañía estaba
encargada de cobrar por el Estado los impuestos de tabaco, alcohol, opio, entre
otros. Uno de los problemas más grandes en esos tiempos fue la deuda interna,
el Estado no sabía a quién pagarle y a quien cobrarle. En 1889 su deuda era de
40 millones, y 9 años después aumentó a 52 millones.
Ante el peligro de una crisis
internacional sobre el precio de la plata, Perú cambia su moneda nacional,
transformándola en la libra peruana de oro, pero este cambio provocó muchas
repercusiones por su escasez en los departamentos más pobres del país. Pero
este cambio fue para bien, con el saneamiento de la moneda, la contabilidad
fiscal, el nuevo sistema de recaudación de contribuciones y el arreglo de la
deuda interna; se aprecia una consolidación en la recuperación de la economía.
Al comienzo del siglo XX, la
ideología liberal de libre competencia y el juego de la oferta y la demanda
hizo surgir grande s compañías, aumentando la productividad del trabajo y
obteniendo altas tasas de rentabilidad. De esta manera comienza un periodo de
20 años de estabilidad económica en el Perú, al que se le denomina República
Aristocrática.
Durante esta etapa se aprecian
dos fases, una entre los años 1890 y 1920, y la segunda a partir de 1920.
Durante estas fases, la economía peruana se mantuvo siempre estable,
facilitando a la incorporación de capital foráneo. La primera guerra mundial
ayudó a que los capitales ingleses disminuyeran, y llegaran los capitales norteamericanos,
influyendo en la minería, petróleo, azúcar y ferrocarriles. Las grandes firmas
extranjeras se relacionaron con la oligarquía peruana, vinculándose también al
Partido Civil.
La economía se basó firmemente en
la economía costeña y la economía serrana, usando el azúcar, el algodón, el
petróleo, la lana, la minería, la ganadería y el caucho como sus grandes
fuentes primas.
El azúcar fue uno de los cultivos
que se cosechó durante todo el año y era uno de los de más alto rendimiento.
Factores como la concentración de la propiedad, la tecnificación, el empleo de
mano de obra y la producción industrial a gran escala, permitió el crecimiento
aproximadamente del 180%. Su región más estable fue la de Lambayeque, porque el
impacto de la guerra con Chile fue menos fuerte, a comparación de otras
regiones, donde todo fue destruido. Su punto más alto fue entre 1914 y 1916. La
primera guerra mundial produjo un cierre del mercado azucarero, pero su
recuperación fue rápida. Pero su contribución a la economía peruana fue pobre
debido a su baja carga tributaria. Uno
de sus grandes problemas fue la mano de obra, que fue solucionada con la
inmigración de japonés que caían en la trampa de los contratos de enganche,
asfixiando el desarrollo de ciudades como Chiclayo y Trujillo.
El algodón tuvo un sistema de
producción muy diferente al del azúcar, debido a que el algodón predominaba en
pequeñas y medianas propiedades de Piura, Lima e Ica. El cultivo se hacía cerca
de ríos y necesitaba mucha mano de obra, aunque era muy barata. La banca limeña
siempre estuvo presente en la hora de financiar proyectos así, gracias al
sistema de habilitaciones, las cuales también potenciaban a los puertos de
Tambo de Mora, Cerro Azul y Pisco. Además los hacendados más prósperos usaban
la semilla del algodón para crear aceite, jabón y velas. En 1904, el 25% de su
producción iba destinada a la industria textil nacional. Pero a diferencia del
sector azucarero, el algodón tuvo un alto valor de retorno, debido al bajo
nivel de exportación y su uso extensivo de la mano de obra. Aunque la industria
algodonera producía empleos, los salarios disminuyeron un 30%.
El petróleo constituyó un nuevo
sector en la economía moderna, las empresas London Pacific Petroleum, Lobitos
Oilfields y la de Faustino Piaggio comenzaron sus campamentos en Negritos,
Lobitos y Zorritos. La London Pacific Petroleum en 1900 obtuvo el 60% de la
producción nacional, despertando el interés de varios capitalistas que no
lograron tener mucha suerte. La fundación del IPC fue un hito más del problema
petrolero. La ley minera de 1877 determinó que las empresas mineras pagaran un
impuesto de 300 soles al año, pero estas estaban en desacuerdo con eso,
negándose a pagar este impuesto. Al final del conflicto el IPC estuvo dispuesto
a pagarle al gobierno un millón de dólares y ayudó a colocar 2.500.000 dólares
en bonos en los Estados Unidos.
Toda esta recuperación de la agro
exportación costeña fue estimulada por el capital privado, a través de las
sociedades anónimas. El primer impulso fue durante el gobierno de Piérola que
autorizó la creación de bancos de créditos, haciendo más productivo y rentable
el dinero disponible. Otra medida fue la legislación disponiendo que toda
empresa debía tener un capital mínimo de 100.000 soles y 30% de los capitales
tenían que ser nacionales. Esto despegó el interés de los bancos, iniciando la
protección de las industrias a través del aumento de los aranceles a la
importación de los bienes de consumo. Aunque muchas de las medidas para
promover el desarrollo de las actividades fabriles, están fueron tomadas de
forma desorganizada; pero nunca existió una política industrial sostenida y
permanente.
En la economía serrana, la lana
fue uno de los productos con más valor. Reinició su recuperación por la
articulación ferroviaria entre Arequipa, Cusco y Puno. El Altiplano fue el más
importante productor de lana, sin dejar atrás a Arequipa que siguió siendo el
centro financiero y comercial de la región. La modalidad imperante fue el
intercambio de lana con productos manufacturados, otro mecanismo fue la compra
de toda la producción por adelantado. El alza del precio mundial, produjo el
aumento del valor de los pastizales, generando un descontento social, lo cual
originó sublevaciones indígenas. Para resolver la carencia de fuerza laboral,
los hacendados crearon una medida para atraer a los campesinos haciéndoos pasar
como colonos, pero trabajando como unos
peones. Les dieron tierras para que las puedan subdividir y repartírselas;
logrando crear un sector social privilegiado.
La reactivación de la minería
constó en dos fases. En la primera se estimuló el inicio a nuevas explotaciones
de yacimientos, fomentó la formación de sindicatos de capitalistas limeños.
Estas medidas se dieron por la ley de 1890, de Cáceres. La segunda etapa,
considerada como el verdadero resurgimiento, se inicia con el Código de Minería
de 1901, estableciendo que el propietario del suelo, también era dueño de los
recursos minerales contenidos en él. El descubrimiento de la mina de cobre en Cerro
de Pasco, despertó del interés de varias empresas, llegando al Cerro de Pasco
Minig Corporation, que marcó el inicio de la desnacionalización de la minería.
Gracias a esto, la producción del cobre creció de 275 toneladas en 1890, a 32.981
toneladas en 1920. El Cerro de Pasco impactó en la economía, debido a que
generó un mercado de mano de obra que funciono con los contratos de enganche,
inició un proceso de acaparamiento de haciendas y tierras cercanas debido a que
contaminó más de 200.000 hectáreas. Dominó todos los aspectos de la vida económica,
social y política, pero nunca llegó a ser un gran aporte a la economía
nacional, debido a la liberalidad de la legislación minera decretada que amparó
la repatriación de utilidades a su casa matriz.
La ganadería apareció entre 1905
y 1910 gracias a las grandes sociedades ganaderas, que salieron de una fusión
entre los hacendados de Junín y Pasco con empresarios limeños, transformando su
infraestructura para poder mejorar mejor la producción ganadera. Los ganaderos
siguieron los mismos pasos empleados por los mineros, vendiendo posteriormente
sus propiedades a empresas extranjeras.
El caucho fue uno de los
productos que mas ayudaron en la economía,
exactamente en Iquitos, donde su economía dependía de la producción de un
sombrero de paja denominado “de Panamá”. Su explotación se extendió por todo la
Amazona, donde se exportó más de la mitad de la producción mundial. Hasta el
puerto de exportación del caucho, empezaron a llegar los mejores artículos de
lujo, provenientes de Europa. Además, el caucho fue uno de los pocos productos
que tenía que pagar los aranceles, llegando a ser el 30% de la economía peruana
a comienzos del siglo XX. Su alta demanda terminó abruptamente, igual que como
comenzó.
Llegando la Primera Guerra
Mundial, los mercados internacionales se cerraron, aumentando los productos
importados. Ante esto, en agosto de 1914, el gobierno de Benavides decretó una
moratoria en el pago de todas las deudas y acreencias bancarias. También para procurar
más ingresos se aprobaron nuevas leyes tributarias, elevando los impuestos como
el del alcohol o el tabaco. Ese mismo mes, se decretó la prohibición de
despedir a los trabajadores sin previo aviso de 24 horas. A mediados de 1916,
como medidas de recuperación se aumentaron los precios de productos de exportación,
la racionalización de los gastos gubernamentales y el aumento de los
presupuestos, hicieron que se produjera una rápida recuperación económica. En esta
etapa se fundaron tres nuevas fábricas, sin embargo la industrialización no
llego a prosperar como se deseaba, según el presidente Pardo. A pesar del alto
volumen de exportaciones, las contribuciones fueron bajas, llegando a ser solo
el 10% de los ingresos del Fisco entre los años 1905 y 1915.
El fin del conflicto mundial
produjo muchas consecuencias, como la escasez de alimentos, el acaparamiento de
los productos de primera necesidad y la especulación de los comerciantes,
logrando un rápido encarecimiento de la vida. El Estado ante estas consecuencias
empezó a idear nuevas funciones económicas entre el productor y el consumidor. Todo
esto desembocó en una profunda desigualdad económica y social, mostrando que
este modelo de producción ya no serviría de mucho en los siguientes años. Todos
estos movimientos sociales aislaron todo lo hecho por Pardo, que fue derrocado
en un golpe de estado, propiciado por Augusto Leguía el 4 de julio de 1919.
La República Aristocrática en
simples palabras fue uno de los mejores momentos económicos del Perú en muchos
años pero se reconstruyó en relación a su alianza con capitales ingleses,
aunque fue fuertemente influenciada por los comercios internacionales y el
sistema político de una oligarquía, y siendo afectada por la Primera Guerra Mundial.
En esta etapa se puede apreciar un mejoramiento de todas las formas de producción
y mano de obra, mejorando los contratos de enganche, aunque manteniendo su esencia
de convertir a las personas en peones. Las empresas extranjeras ayudaron a desarrollar
nuevos productos como la agro-exportación, el caucho y el petróleo, llegando a
despertar los intereses de los peruanos. Aunque fue uno de los mejores
momentos, esos ‘momentos’ fueron espontáneos durando algunos con un máximo de
15 años, no siendo muy prospero para la economía en el futuro.
Trabajo influenciado por:
Sección II: Economia Republicana por José Valdizán
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